lunes, 18 de agosto de 2008

TURÍN, 18 DE AGOSTO DE 1950


CESARE PAVESE: EL FIN DE LOS DÍAS SATURADOS, EL COMIENZO DE NUEVE DÍAS VACÍOS

Días previos al 18 de agosto Pavese se había instalado en la habitación de un hotel en la ciudad de Turín. Una vez allí continuó con las anotaciones en su diario -que, algunos años más tarde, la editorial Einaudi publicaría con el título de Il mestiere di vivere, y que Ángel Crespo traduciría, mucho después, para la editorial Seix Barral respetando el título: El oficio de vivir-. Entre las anotaciones del día 16 escribió, "¿Por qué morir? Nunca he estado tan vivo como ahora, nunca tan adolescente", y también, "Nada se suma al resto, al pasado. Volvemos a empezar siempre", además, "Un clavo saca otro clavo. Pero cuatro clavos hacen una cruz", y concluye afirmando, "Mi papel público lo he hecho hasta donde he podido. He trabajado, he regalado poesía a los hombres, he compartido las penas de muchos". Vemos, que el poeta estaba replanteando cosas, haciendo "balances" y, arriesgo, siendo tentado por el salto final al vacío y, a la vez, intentando convencerse de que todavía había un mañana posible de vivir y "empezar siempre" la propia vida. El día 17 escribió, "Es la primera vez que hago balance de un año todavía no terminado", y, "En mi oficio soy rey. En diez años lo he hecho todo", a lo que agrega, "No tengo nada que desear en este mundo, salvo lo que quince años de fracasos excluyen ahora. Éste es el balance del año no acabado, que no acabaré". Este escritor piamontés era ya uno consagrado entre los escritores de la época: había escrito y publicado novelas, había escrito poesía y ensayos, además de haber traducido importantes títulos de la literatura, especialmente algunos clasicos norteamericanos contemporáneos. En los últimos últimos diez años lo había "hecho todo", pero ya nada tenía "que desear en este mundo"y concluye que él ése año "no acabará".
Las breves anotaciones del día 18 merecen un párrafo aparte, transcribo:

"Siempre sucede lo más secretamente temido.
Escribo: Oh, Tú, ten piedad. ¿Y después?

Basta un poco de valor.

Cuanto más preciso y determinado es el dolor, más se debate el instinto de vivir y se debilita la idea del suicidio.

Parecía fácil, al pensarlo. Y sin embargo hay mujercitas que lo han hecho. Hace falta humildad, no orgullo.

Todo esto da asco.
No palabras. Un gesto. No escribiré más".

Estámos ante los escritos últimos de un intelectual consagrado: pero ante todo frente a un hombre dolido y que había padecido el dolor, su dolor, sus dolores. Un hombre cansado de sus tormentos y vaciado de esperanzas. Este hombre de Letras y que hizo girar su vida en torno a la Palabra es capaz de escribir, "No palabras. Un gesto. No escribiré más". Él ya lo habiá dicho todo: el mañana, con o sin palabras, no le quitaría sus dolores (¿la imposibilidad de retener un amor y ser amado? ¿la imposibilidad de recuperarse después de la traición al amor que se tenían él y la mujer de "la voz glauca"? ¿la certeza, secretamente vislumbrada, de ya no tener más Palabras para darla a los hombres?)
El día 18 ha escrito unas pocas palabras.
Se inicia un lapso de nueve días: Para los que somos "pavesianos" por propia elección al final de ese tiempo, nuestro Cesare Pavese tendrá, realizará, gritará, un "gesto" que, sin palabras, nos sigue hablando

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