sábado, 16 de agosto de 2008

EN EL 158 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE UN GRAN MILITAR ARGENTINO

NARRAR A SAN MARTÍN

En este nuevo aniversario, que recuerda a este gran y recordable militar argentino, quiero recomendarles la lectura de un más que interesante texto: Narrar a San Martín, de Martín Kohan (Adriana Hidalgo editora, 2005). En este ensayo, que inicialmente fue su tesis de doctorado en Letras, Kohan indaga en los textos de Mitre, Ricardo Rojas y Sarmiento, buscando encontrar en los mismos los modos en los que la figura del gran héroe nacional fue construida para llegar a ser y tener para los argentinos el lugar más alto del panteón de nuestros próceres. Les dejo tres párrafos:

Un héroe de nuestro tiempo.
San Martín es el héroe por excelencia de la argentinidad. No es un procer más, es el Padre de la Patria. En los ritos del culto patrio, no tiene parangón; Manuel Belgrano se le arrima, pero no se le equipara; y Sarmiento no ha quedado, como él, por encima de cualquier discusión. Belgrano y Sarmiento son, por lo demás, los únicos que han alcanzado, como San Martín, la plenitud de las efemérides: que el día de sus respectivas muertes sea asueto y fecha patria. En la potencia impar de su subjetividad, en la plenitud del Yo de su condición de Gran Hombre, la Fábula de la Identidad Nacional encuentra la irradiación necesaria para constituir un sujeto colectivo, un Nosotros, el de los argentinos. La figura heroica de José de San Martín abarca todos los tiempos de esa identidad: el presente, porque su vigencia es indudable, su figura es siempre actual; el pasado, porque es el héroe de la historia, pero además es el héroe del origen, es uno de los padres fundadores de la nación; y el futuro, porque es el héroe moral por excelencia, impone su mandato ejemplar hacia el porvenir, el deber ser de la argentinidad (no en vano es el reciamente estableció: "Serás lo que debas ser..."). (P. 15)

El héroe imperfecto.
La asociación retórica de San Martín con sus estatuas -San Martín siendo ya una estatua, las estatuas siendo todavía San Martín-, que promueven con insistencia los relatos de su vida, tuvo una derivación probablemente impensada. Hoy existe la convicción social de que la historia erigió un héroe tan rígido y tan frío como el bronce del monumento o como el mármol del pedestal. Esta convicción se generaliza, parece ser poco menos que inamovible. Se expandió como los lugares comunes, pero además se arraigó como los hechos de fe. Se da por cierto que, en su exaltación del gran hombre, los relatos históricos habrían despojado a San Martín de toda su condición humana. Suprimiendo, en honor de la consagración, las flaquezas, las debilidades, los errores, las vacilaciones, habrían suministrado a los argentinos un héroe distante, demasiado perfecto, un héroe deshumanizado. Se le señala esta falencia, por lo común, a la historia sin más, a la historia en general, pero Mitre tiene en ese panorama un lugar bien destacado en el siglo XIX.
En un proceso gradual -que los historiadores subsiguientes y en los manuales escolares en especial, no habrían hecho más que agudizar-, Mitre resultaría ser el primer gran responsable de haber imbuido a San Martín de una perfección exagerada, arebatándonos, en consecuencia, al "hombre de carne y hueso" más real y falible, que San Martín debió ser.
...Hay pocas creencias tan arraigadas entre los discursos sociales sobre el héroe nacional, como ésta que presume que existe un héroe de la historia sin humanidad, y en consecuencia un héroe humano por recuperar. Es la manera casi exluyente que se plantea para apartarse algo de los ritos reverenciales sistemáticos del santuario de la argentinidad. (Pp. 153-154)

San Martín, un héroe de los argentinos.
Entendemos entonces que San Martín ya no se encuentra tan sólo en los libros de historia, o en Billiken, o en las novelas de proceres, o en las escuelas. Precisamente porque ha sido ejecutor, y a la vez instrumento, de la fundación de una identidad, San Martín ya se cuenta entre las garantías de un imaginario colectivo, y está naturalmente integrado en un horizonte cultural bien preciso. Es emblema de paternidad, de sacrificio, de épica ganadora o perdedora, es una manera de pensar o de sentir lo que es una derrota y lo que es una victoria, o de lo que es contemplar a un padre vencido y verse, pese a todo, como a un ser indisociable de él. José de San Martín, héroe argentino, reúne los atributos de la identidad nacional y de su cultura. Al igual que la identidad, al igual que la cultura, siendo puro artificio, se naturaliza. Y así existe, como un dios, al mismo tiempo visible e invisible, presente en todo y trascendente de todo, con la ambición de lo eterno. (P. 256)

Kohan ha logrado un texto único y arriesgo que se convertirá en un clásico dentro de la historiografía argentina dedicada a San Martín; mientras tanto, en este su día, le dedicamos al gran José de San Martín un pensamiento de gratitud y un, ¡"Salud, gran General, este argentino se dispone para lo que guste mandar"!

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