Israel ha olvidado a su Señor,
quien lo protegió y guió en el desierto,
después de liberarlo del cautiverio en Egipto.
Israel ha olvidado que, preso en tierra ajena,
no tenía paz y sus niños no podían soñar:
estaban lejos de la feliz Jerusalén
David, el rey, había escrito en el Salmo 137,
"Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos
y llorábamos al acordarnos de Sión. Sobre
los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones.
y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sión".
En este olvido Israel, una nación más como tantas otras,
ha invertido ésto y como invasor hace llorar a
los inocentes de la pobre y pequeña Gaza
Hoy los diarios lo dicen en sus titulares:
"...más de 1200 muertos, más de 5000 heridos",
"un tercio de las víctimas fatales son niños, mujeres y ancianos",
"ya hay más de 400 niños entre los muertos por los bombardeos".
Sus políticos y parte del pueblo que lo apoya invierten la historia:
"Oh, hija de Babilonia, la desvastada,
bienaventurado el que te devuelva
el pago con que nos pagaste.
Bienaventurado será el que tome
y estrelle tus pequeños contra la peña",
así concluye en Salmo de David.
Ésto es lo que hace Israel con los civiles de la pequeña y pobre Gaza:
toma a sus niños y aplasta sus cabezas
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